El giri es un concepto altamente enlazado con la tradición samurai y es algo que sigue estando muy presente en la cultura japonesa y en la mente de los japoneses de hoy día.
GIRI es una palabra que tiene una difícil traducción por el gran simbolismo que conlleva. Podría traducirse como “obligación“, “deber” o “lo que es correcto“. Siempre va ligado a todo aquello que tiene que ver con una moral intachable. Es pues una “obligación o deber moral”.
Así, el giri se refiere pues a todas aquellas obligaciones morales que implican devolver los favores recibidos y cumplir con los deberes sociales de cada persona. Estos deberes son básicamente los existentes entre las relaciones sociales y los lazos que unen a padres e hijos, maestros y alumnos, jefes y empleados, etc. Es decir, principalmente a cualquier relación social jerarquizada, pero también modernamente el giri es aplicable a las relaciones sociales menos estrechas como por ejemplo entre vecinos, compañeros de clase en los colegios y universidades, etc.
Contravenir las reglas de conducta que implica el giri hace que la persona se degrade tanto social como moralmente.
Podemos decir que el giri consiste básicamente en la obligación de preocuparse por aquellos que te han dado algo en la vida y a los cuales por lo tanto, les debes algo. Por giri, los japoneses sienten el deber de devolver la gratitud que han recibido aunque a causa de ello se tengan que autosacrificar. A veces es más importante liberarse de la carga (on) que conlleva el giri que el propio bienestar.
El giri viene de muy antiguo pero empezó a usarse en todos los estratos de la sociedad japonesa, como hemos dicho antes, a partir de la influencia de la clase samurai en la época feudal. El giri obliga a devolver los favores para mantener la armonía en las relaciones humanas y sociales.
En Japón la palabra giri está íntimamente ligada al concepto de honor y también al de lealtad, virtudes básicas en un guerrero. El giri es la obligación moral de cumplir con el propio deber. Cuando alguien hace algo por tí, asumes la obligación de compensarle por ello, y esa obligación no quedará liberada hasta haberle compensado lo que hizo por tí de una manera proporcional. Cumplir con esa obligación es giri.
Hoy en día, en el mundo moderno, el concepto de giri sigue muy vivo dentro de las costumbres japonesas. Por ejemplo hay mucha tradición por hacer regalos en ocasiones especiales, y si recibes algo siempre tienes que devolver algo de como mínimo igual valor. Cuando vas de visita a casa de alguien o llegas a un sitio donde eres conocido y hace tiempo que no vas, es de buena educación llevar un pequeño presente para los anfitriones. Así mismo y a su vez, muy pronto tú serás igualmente obsequiado por ellos en contraprestación. Eso podríamos decir que es el giri moderno. Pero el verdadero giri va mucho más allá y tiene unas connotaciones mucho más amplias y complicadas.
En las verdaderas artes marciales, el concepto de giri debe seguir igualmente vivo de manera imperativa si queremos que la tradición guerrera perdure en nuestro dojos y en nuestras artes. En el japón tradicional la relación maestro-alumno es imperativamente una relación de giri.
Por ejemplo, en los dojos y escuelas de artes marciales tradicionales el mero hecho de asistir a clase y pagar una mensualidad no significa absolutamente nada. El maestro o instructor de un dojo no nos está vendiendo un producto ni un servicio, está dándonos parte de su vida, de su sacrificio. Ha dedicado muchísimos años para llegar a dominar su arte y lo ha pagado no solo con grandes sumas de dinero, sino con sangre, sudor y lágrimas. Así pues, esa mensualidad no paga nuestro entrenamiento, simplemente mantiene vivo el dojo y cubre algunos gastos del maestro, pero el deber del entrenamiento es del alumno, y su giri para con el maestro es algo que debe ir mucho más allá que una mera transacción comercial.
El buen maestro le está dando al alumno mucho más de lo que este quizás podrá nunca compensar; así pues, la única manera que tiene el buen alumno de pagar su deuda, de cumplir su giri, es con una inquebrantable obediencia, respeto total y lealtad absoluta a su maestro, a su dojo y a su arte. Es un compromiso de por vida, siempre y cuando el maestro siga el camino del honor y la justicia. En caso contrario el giri quedaría anulado.
Si tienes la suerte de tener un verdadero maestro y al cabo de un tiempo razonable de práctica no lo sientes así, es mejor que no continúes, pues está claro que no has sido capaz de comprender la senda marcial.
Bufu Ikkan
Dani Esteban -Kôryu-.